La desigualdad en nuestros países y en nuestros centros de trabajo está en aumento, y más de 1.200 millones de personas subsisten en la más extrema pobreza. La democracia y los derechos democráticos de los trabajadores corren peligro y el poder de las empresas debe ser controlado.
La economía mundial, y en particular el modelo globalizado de comercio, no está consiguiendo crear empleos seguros con los que puedan subsistir las familias. La caída de la participación salarial, los ataques contra la negociación colectiva y una protección social inadecuada o inexistente están dejando huella en una generación de trabajadores y trabajadoras.
En lo que respecta a los derechos fundamentales en el trabajo, el Oriente Medio y África del Norte sigue siendo la peor región del mundo. La gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras, que suelen ser trabajadores migrantes en los países del Golfo, están excluidos de la protección de las leyes laborales, lo que los expone sistemáticamente al trabajo forzoso.
Desde la Confederación Sindical Internacional se ha elaborado un informe donde se realiza un estudio en el que deja patente que en materia laboral, la discriminación sigue existiendo y no sólo en los países subdesarrollados, sino en los que conocemos como primer mundo. Os adjuntamos el informe en PDF para que podáis tener acceso al mismo.